¿Y qué contar que no se haya contado ya? Cuatro años y medio de blog, mil doscientas entradas, dos mil quinientos comentarios, doce mil mensajes de spam. Ningún backup. Se me hace escaso, si queréis que sea sincero. Como si nunca hubiese habido, y de hecho no lo ha habido, un propósito concreto en semejante gasto de un tiempo que no sobra.

Salía hoy de casa hacia la oficina cuando he visto uno de esos horribles árboles de navidad de plástico, despojado de todo adorno, junto a los contenedores. La navidad ha terminado y el espacio se hace necesario, por encima del reaprovechamiento, de la utilización futura. La obsolescencia programada en todos los productos de consumo que utilizamos a diario.

patera.jpg

Patera en la playa, cc (by-nc-nd) Gaspar Serrano

Este último par de años algunas estadísticas indican tendencias claras: Los blogs no crecen tanto como antes, ya no hay tanto interés en mantener estos exhibicionistas diarios virtuales. ¿Era una tendencia, una moda? ¿Tienen también los blogs programada esa obsolescencia que los hace caducos y faltos de interés?

Si no había un objetivo claro, ¿por qué seguir aquí? Si era una tendencia, como tantas otras, ¿por qué mantenerla? En una sociedad minimalista en tiempos y capacidad de atención, donde tu círculo de amistades se mantienen en Facebook, y tu círculo de inquietudes se mantiene en Twitter, ¿de qué sirve un blog? Es sorprendente en cierta medida que esos círculos de amistades y de inquietudes sean a veces conjuntos tan disjuntos, aunque será algo a tratar en otra ocasión.

Sí es cierto que hay momentos en los que encuentras una utilidad clara y hasta morbosa, descubierta al revisitar los pensamientos que te pertenecieron en otro momento y lugar. ¿Qué hacía yo hace cuatro años, dónde estaba, qué me hacía reír y qué me preocupaba? Puede parecer poco tiempo, puede parecer mucho, pero las cosas cambian. La gente cambia.

He podido encontrar tendencias dentro de las tendencias, el simple diario personal y egocéntrico (qué he hecho, dónde he estado), la bitácora del consumismo (qué he visto, qué he comprado, qué he leído), el registro de las curiosidades encontradas (el tumblelog de fotos e imágenes varias). Todas estas etapas las puedo encontrar en esta misma página, quizá como reflejo de tendencias más globales, quizá como reflejo del cambio en los hábitos de uso de internet de un modo más personal.

¿Y ahora? ¿Felicitar las fiestas a los parroquianos? ¿Revisar mis incumplidos objetivos anuales y marcar unos nuevos? ¿Seguir haciendo lo mismo?

Por eso me repito, ¿y ahora?