Acabo de terminar el que (supongo) ha sido el último examen de mi carrera. Una optativa perdida de 5º que aún no tenía aprobada. El “supongo” es debido a que ya en Febrero celebré el que debía ser mi último examen pero, desgracias de la vida, una asignatura que daba por aprobada no lo estaba. Teóricamente se aprobaba presentando una práctica (tal y como hicieron en el año previo y a su vez en el previo a éste), por lo que no asistí a clase. Ya, ya sé que fue un error mío y bla bla bla. Así que he tenido que esperar seis meses para poder presentarme de nuevo. Troncales, obligatorias y libre elección estaban aprobadas desde hace un año largo ya. Sólo restaban unos créditos de optativas para este año, que al final se torcieron más de lo deseado en un principio.

Y la verdad es que me da absolutamente igual. Supongo que, en cierto modo, a lo largo de los años he ido perdiendo la ilusión por tener ese título que tanto quería. No lo he celebrado, aunque me hubiese gustado usarlo como excusa para salir a comer o cenar hoy con alguien, aunque realmente tampoco tengo con quién… Se quedará quizá en algún comentario con los colegas, si es que consigo plan para hoy (espero; seas quien seas, si lees esto y puedes ofrecerme un plan para hoy ya estás tardando).

Y todo esto asumiendo que está aprobado que, como la experiencia nos ha enseñado desde que el mundo es mundo, quizá sea demasiado suponer.