Hoy me he levantado a las 6 de la mañana. Se dice pronto, pero generalmente yo no veo estas horas a no ser que aún no me haya acostado. Claro que últimamente eso tampoco pasa muy a menudo, que me hago mayor.

Cuando me he levantado, aparte de hacer un frío de cojones, aún se veían las estrellas. Las estrellas están bien cuando es de noche y paseas con alguien (alguien con tetas y con quien buscas algo más que echar un polvo, porque está claro que en otra situación cualquiera las estrellas sobran). Las estrellas y el concepto de “por la mañana” no son ideas que debieran ir en la misma frase.

El caso es que he vuelto a mi horario de curro original, donde los viernes se entra a las 7. He llegado tarde, por supuesto, pero eso es lo de menos. Llego tarde tan a menudo que en el curro habían hecho una porra a ver a qué hora llegaba hoy con el horario nuevo. Me he adelantado un poco y el concurso ha quedado desierto.

Esa hora de entrada es un pequeño eco en el tiempo que recuerda cuando la fábrica y los laboratorios compartían edificio (yo tampoco entiendo qué coño tiene que ver, pero es la respuesta que me dan siempre). Hoy día ya tienen laboratorios de I+D (o eso dicen ellos, porque aquí de I más bien poco) y asumo que por solidaridad con los de fábrica, que entran todos los días a las 7, nosotros lo seguimos haciendo un día a la semana. Algunos listos creen ver puntos positivos porque salimos a las tres… para irte a casa a dormir, claro está, es obvio que esto no vale para nada.

Es una situación que nadie quiere y que cabrea a todo el mundo (prueba a resolver errores de Visual Studio a las 7 de la mañana y verás como los impulsos nerviosos no van a la velocidad acostumbrada). Y nadie lo cambia. Llevan así… no sé. ¿10 años? ¿15? Y no lo cambian. Este pensamiento define claramente la forma de entender el universo del lugar en el que trabajo. Inmovilismo es un término que se les queda corto.

Cuando firmé el contrato no lo sabía. Me enteré cuando llegó el primer Jueves; de hecho pensé que era algún tipo de novatada para que hiciera el imbécil y llegara antes que todos los demás. Pero no, era verdad. Por cómo soy, para mi dormir bien es esencial, entrar a esta hora me jode los ciclos de sueño de todo el fin de semana, así que no pierdo un día sino tres. He pedido que me dejen cambiar esto y recuperar el tiempo otros días y pasan de mi culo. Al menos vuelvo a ganar pasta.

Cuando acepté el trabajo me venía bien porque era un contrato fijo con un sueldo decente, y buscaba eso porque… bueno, porque mi situación vital era diferente, pero era un trabajo que ni quería ni me gustaba. Y desde ese día, como cuando empiezas a ver Titanic, está claro cómo va a terminar la historia. La única duda es cuánto va a durar la película.